Lo que distingue antes que nada un huevo ecológico es su etiqueta o envoltorio, que indica y garantiza que en la elaboración de dicho producto no se ha utilizado ningún elemento químico ni de origen artificial, al tiempo que asegura que nos encontramos ante un producto selecto que ha superado estrictos controles de calidad. Esto no ocurre con los huevos convencionales, en cuya producción sí se han empleado abonos químicos y plaguicidas.
La siguiente diferencia, más evidente, es el precio. Los productos ecológicos suelen tener un precio más elevado que los que no lo son.
Las gallinas que producen huevos ecológicos no han sido tratadas con antibióticos ni tampoco se les ha suministrado hormonas, lo que influye en la calidad del producto. Por el contrario, en el caso de los huevos industriales, las gallinas se encuentran encerradas en jaulas, expuestas las 24 horas del día a luz artificial, y sometidas a distintas técnicas, como la muda de plumas, destinadas a acelerar el ciclo de puesta en el caso de que disminuya su rendimiento.
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