5 dic 2011


Si vamos a la compra y lo hacemos con tiempo, mirando la composición de los alimentos, comprobaremos que la mayoría contienen gran cantidad de conservantes, colorantes o emulsionantes que se apellidan “autorizados”, y así lo son, pero, probablemente, ninguno de ellos es beneficioso para nuestra salud. Una alternativa es la agricultura ecológica, ya que todos los productos derivados de ella son respetuosos con el medio ambiente y generosos con nuestro organismo.

Este tipo de producción no utiliza sustancias químicas, como pesticidas, fertilizantes o aditivos. De esta forma se consiguen alimentos naturales y saludables. Además, conservan todas sus propiedades nutritivas.
El término agricultura ecológica define una actividad muy concreta: la obtención de alimentos de la máxima calidad, respetando el medio ambiente y evitando el uso de productos químicos. 

Para conseguir que unas tierras sean aptas para el cultivo ecológico hay que seguir una serie de pasos. Lo primero es acudir a los registros del Comité e inscribirse. Allí se informa de los documentos necesarios y una vez inscrita, inspeccionan la tierra. A partir de ese momento, la tierra pasa por un período de dos años de reconversión, que es el tiempo que necesita la tierra para regenerarse y recuperarse”. Una vez que se obtiene el certificado, se cultiva asumiendo las técnicas que marca este tipo de agricultura, sin abonos químicos de síntesis, ni pesticidas o insecticidas químicos.

Aunque pueda parecerlo, no es difícil encontrar productos adecuados para este tipo de cultivo. Hay muchos productos autorizados, sobre todo extractos de plantas y, posteriormente, “es cuestión de buscar mercado para vender tus productos que llevan el sello de Agricultura Ecológica.

Con paciencia y esmero se van incorporando en los supermercados productos procedentes de la agricultura ecológica: huevos de gallinas criadas en libertad, carne de vacuno alimentado con pasto, y no con piensos manipulados, verduras de temporada sazonadas con algún caracol que también ha optado por la calidad con la ventaja de que lo come sin pagar, etc.

La agricultura ecológica proporciona alimentos naturales que conservan todas sus propiedades nutritivas
El perfil del consumidor de productos ecológicos es muy variado, pero destaca un alto porcentaje de jóvenes universitarios, gente preparada y concienciada con el medioambiente y con los beneficios que estos productos ocasionan en el organismo. También personas con algún tipo de problema de salud, que acuden a la agricultura ecológica como si de un medicamento se tratase.

Relación calidad-salud

Consumir alimentos ecológicos no es sólo una opción vital. Consumir alimentos ecológicos parece relacionarse con la buena salud, de ahí que cada vez más grandes marcas comerciales lancen al mercado gamas “bio” de sus mejores productos. Pero no se confundan. El mero hecho de que en el envase aparezca “bio” no supone que el producto sea ecológico. Lo realmente significativo es el sello homologado que certifica que ha pasado por todos los controles necesarios.

A cada Comunidad se le ha otorgado un sello específico, y lo mismo ocurre a nivel internacional, Alemania, Holanda, Francia, Gran Bretaña o Canadá emiten un sello propio que acredita el carácter ecológico de los productos. Numerosos países han decidido contribuir con la causa, colaborando con el medio ambiente y produciendo alimentos saludables y ricos en nutrientes naturales. Y es que, tal y como asevera Ruiz, la cantidad de nutrientes, oligoelementos, minerales, vitaminas y energía que tienen estos productos “está más que demostrada”.

No sólo hablamos de alimentación, sino de la salud. Si supiéramos lo que ganamos pagando un poquito más comiendo sano y saludable, lo haríamos todos, pero nos fijamos más que cuesta entre un 25 y un 30% más. 

En fin, si hemos decidido poner solución al desastre ecológico en que el ser humano ha convertido el planeta, la agricultura ecológica es una de ellas. Impulsar este tipo de cultivos haría que el importe de los productos disminuyese. No sólo es cuestión de dinero. También es una inversión en salud y bienestar.







(Por: Claudia Ortín Sancho  - Diario Ecología)

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