La nebuponía es una nueva técnica desarrollada en Colombia, que permitirá utilizar un mínimo de agua, menos terrenos y eliminar los insecticidas y herbicidas en sembradíos a gran escala. Investigadores de la Universidad Nacional de Colombia en Medellín, después de un largo transitar por la literatura mundial, ingeniaron un novedoso método que usa la nebulización para la producción industrial de alimentos vegetales, pero eliminando el uso de químicos y optimizando al máximo el recurso hídrico.
“Se trata de un procedimiento que consiste en entregarle a la planta, por medio de nubes de agua, los nutrientes y la irrigación que requiere para su crecimiento”, explicó Hugo Restrepo Pulgarín, líder del proyecto y director del Departamento de Ingeniería Agrícola y Alimentos.
Nebuponía es el nombre dado al ingenioso método. Se trata de un sistema en el cual las gotas de agua se fragmentan hasta un tamaño micrométrico, formando una especie de nube o un rocío supremamente fino. Existen dos procedimientos: uno, en el que se combina el aire a presión con una fuente líquida y otro, en el que se utiliza ultrasonido.
La ventaja es que la siembra no está sujeta a las condiciones del clima o del suelo; por eso, se podrían cultivar vegetales y frutas como cilantro, cebolla, brócoli, coliflor, lechuga, tomate, fresa y uchuva con un alto contenido nutricional y mayor productividad, sin usar insecticidas ni compuestos químicos y, adicionalmente, con un consumo mínimo de agua.
Cámaras independientes
Para la nebuponía se requieren dos cámaras totalmente independientes, cada una con su propio sistema de nebulización, de tal forma que se puedan regular según las necesidades del proceso productivo. Además, cada compartimiento posee un mecanismo de control de humedad relativa y de temperatura.
En la cámara de follaje (parte superior del prototipo) se encuentran los nebulizadores que proveen de agua a las hojas, y en ocasiones de soluciones nutritivas, mientras que un ducto de aire acondicionado ayuda a mantener la temperatura apropiada del cultivo.
Un par de ventiladores se encienden de manera automática para cambiar el aire dentro de las cámaras: en la superior, se renueva el gas carbónico (CO2) y, en la inferior, se renueva el oxígeno (O2). Por otro lado, se encuentra un termómetro de infrarrojo con el cual se monitorean algunos procesos metabólicos de la planta, los cuales inciden en su supervivencia, crecimiento y reproducción.
En la cámara de raíces (parte inferior), estas permanecen expuestas solo al aire. Entretanto, su ambiente es monitoreado con frecuencia por un sensor que revela las condiciones de funcionamiento. Al tiempo, se activan los nebulizadores para aplicar la cantidad de agua requerida.
“Podemos controlar la atmósfera tanto del área foliar (superficie de las hojas) como a nivel radicular (las raíces), con el fin de suministrar los nutrientes en el agua para ser bien aprovechados. Así, nos ahorramos el 85% del líquido que se consume en un cultivo tradicional. Además, como no se usan insecticidas, herbicidas ni otros sintéticos, se generan productos 100% orgánicos”, precisó Ana Melisa López, estudiante investigadora del proyecto.
Clones de plantas
Para un producto de alta calidad se requieren plántulas clonadas, nutridas con minerales de alta pureza, ricas en calcio, potasio, fósforo, magnesio, boro y cinc, puesto que la idea es desarrollar su máximo potencial genético y realizar producciones en serie que ofrezcan productos iguales, con los mismos colores, sabores y tamaños.
El proceso permite mantener regulado el metabolismo de las plantas. “Cuando necesito aplicar nutrición, lo que hago es aumentar la humedad relativa en las raíces y disminuirla en el follaje, o viceversa, dependiendo de la necesidad”, explicó Restrepo Pulgarín.
Agregó que este modelo generará un nuevo concepto de alimentación, porque se consumirán productos sanos, dada la posibilidad de adicionar mejores características nutricionales como calcios, minerales y vitaminas.
Precisamente, los investigadores de la UN iniciarán un estudio para identificar sustancias que estimulen la producción de metabolitos secundarios, compuestos químicos sintetizados por las plantas que cumplen funciones no esenciales en ellas, pero que permiten mejorar la calidad alimenticia del producto y, así, añadir un valor agregado.
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