La contaminación atmosférica y el calentamiento global son fenómenos estrechamente relacionados que se potencian mutuamente. Los enfermos respiratorios crónicos sufrirán de forma más acusada la repercusión del cambio climático, si bien no se conocen aun totalmente los mecanismos patogénicos implicados, si se sabe que los incrementos de la temperatura provocan en estos pacientes un aumento de morbilidad y mortalidad, y hay suficientes evidencias de que las concentraciones elevadas de ozono, NOx y partículas suspendidas en la atmósfera incrementan las exacerbaciones y se asocian a aumento de hospitalizaciones y defunciones.
Partiendo de la evidencia de que el calentamiento global es un hecho y que, por ejemplo, se prevé un incremento térmico uniforme a lo largo del siglo XXI de 0,4ºC por década en invierno y de 0,7ºC por década en verano y una reducción de precipitaciones, el Dr. Ferran Ballester, del Centro Superior de Investigación en Salud Pública (CSISP), la Universidad de Valencia y CIBERESP, ha protagonizado una ponencia en la que ha revisado las distintas vías por las que el cambio climático puede afectar a la salud de la población todas ellas con diferente grado de complejidad, escala y tiempo de aparición, De manera resumida estas vías y sus efectos son: ser mortalidad y enfermedades debidas a temperaturas extremas, efectos sobre la salud por eventos meteorológicos extremos como sequías , inundaciones o incendio; enfermedades debidas a la contaminación atmosférica creciente al aumentar el ozono y las partículas en suspensión; enfermedades alérgicas por exceso de polen y esporas; enfermedades infecciosas trasmitidas por vectores ya que el cambio de temperaturas y la climatología pueden inducir un incremento de malaria, dengue o encefalitis transmitida por garrapatas; enfermedades infecciosas trasmitidas por el agua, sin olvidar, por último, los efectos que el cambio climático tiene en las cosechas provocando y escasez de alimento, hambrunas o desnutrición especialmente infantil.
Las personas que padecen enfermedades respiratorias crónicas se encuentran entre los grupos más vulnerables a los efectos del cambio climático junto a los niños y los ancianos. En concreto el Dr. Ballester señala que los factores relacionados con el cambio climático que pueden influenciar de manera más clara sobre las enfermedades respiratorias son: las temperaturas extremas que están relacionadas con un incremento de mortalidad, ingresos hospitalarios visitas de urgencia; las alteraciones en la calidad del aire en concreto por el nivel de contaminación con la presencia de ozono y partículas finas en suspensión; las lluvias torrenciales e inundaciones que aumentan la humedad factor de riesgo para neumonías tos y sibilancias; tormentas con liberación de hongos u esporas, así como el aumento de la presencia de alérgenos con el consecuente aumento de alergias y asma; incendios forestales o tormentas de polvo y arena que se asocian con un aumento del número de cuadros respiratorios.
Los informes del IPCC (Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas) advierten desde 2002 que el cambio climático por emisiones humanas puede ser el causante de más de 150.000 defunciones prematuras, pero hay perspectivas más negativas. Un estudio a escala mundial estima que, para el año 2030, podrían haber, aproximadamente, 500.000 defunciones prematuras en exceso debido a los impactos de de las concentraciones de ozono y al crecimiento de la población en 10 regiones del mundo bajo el escenario de emisiones de seguir como hasta ahora (estudio de West et al. 2007)(1).
Suponiendo que se tomara en consideración la legislación aprobada para controlar los precursores de ozono, se calcula que se evitarían 191.000 muertes globalmente (0,2% del número total de muertes previsto para 2030). En el mismo estudio se estimó que se podrían evitar 458.000 muertes (0,5% del número total de muertes previsto para 2030), especialmente en el Sudeste de Asia, utilizando todas las tecnologías y esfuerzos para el control de emisiones. En opinión del Dr. Ballester se necesita seguir investigando los efectos del cambio climático y especialmente avanzar en la modelización de la calidad del aire y la distribución de alérgenos para facilitar el desarrollo de sistemas de vigilancia que faciliten la prevención.
Referencias:
(1) West JJ, Szopa S, Hauglustaine DA. Human mortality effects of future concentrations of tropospheric ozone. CR Geoscience. 2007; 339:775–783.
(Diario Ecología)
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