Retrasar medidas contundentes para reducir emisiones conllevaría el riesgo de que el calentamiento de la Tierra supere los dos grados centígrados, límite que, una vez rebasado, podría tener –según los científicos– consecuencias catastróficas para la humanidad. Algunos de los alarmantes datos mundiales de emisiones de dióxido de carbono por quema de combustibles fósiles –que estaban sobre la mesa– desvelan que aumentaron en un 49% en las últimas dos décadas, según las cifras recopiladas por el Global Carbon Project (GCP), un equipo internacional al que pertenece un grupo de investigadores del Centro Tyndall para la Investigación del Cambio Climático de la Universidad de East Anglia, Reino Unido.
Paco González, de Greenpeace Galicia, sostiene, por tanto, la urgencia de renovar el Protocolo de Kioto. “Si no reducimos las emisiones de gases de efecto invernadero y prolongamos esta situación más allá del 2015, las acciones que deberemos adoptar entonces tendrán que ser más drásticas y difícilmente asumibles. Si sobrepasamos el aumento de dos grados, como prevé ya la comisión científica del IPCC, las consecuencias sean imprevisibles”, defiende.
El ecologista atribuye la falta de un compromiso claro contra el cambio climático a presiones económicas. “Los gobiernos siguen siendo cortoplacistas respecto a la economía y al estado del planeta. Hay propuestas sobre la mesa que demuestran que las energías renovables son tan buenas y económicas o más que las sucias. En España, estas energías han generado más de 80.000 puestos de trabajo, más de los que ha creado, por ejemplo, la historia de la industria nuclear en el país”, manifiesta.
No alcanzar un acuerdo dentro del seno de la ONU tampoco significa una condena para el planeta. Xavier Labandeira, catedrático de Economía de la Universidad de Vigo y director del centro de investigación Economics for Energy, afirma que alcanzar un acuerdo global “no está mal”, pero no conseguirlo no cierra las puertas. Hay otras opciones. “Puede haber acuerdos bilaterales y unilaterales en los distintos países. Intentemos alcanzar acuerdos a pequeña escala y que las cumbres de la ONU sirvan para que en un futuro podamos tener un acuerdo global”, explica. Para Labandeira, es el momento de analizar y revisar el Protocolo de Kioto:
“Hay quien se plantea hacer un Protocolo de Kioto 2, pero no debería de ser igual porque no ha funcionado, los dos mayores emisores de CO2, Estados Unidos y China, no lo ratificaron, y el mundo tampoco es igual que en 1997″.
Labandeira reconoce que llegar a acuerdos vinculantes que limiten las emisiones de gases de efecto invernadero no es tarea sencilla porque pueden afectar a la competitividad de las economías de los países, algo difícilmente asumible por los gobiernos si no ven que otros hacen lo mismo. “Estas son las barreras que hay que superar”, sostiene el experto, quien añade: “Los efectos sociales del cambio climático potencialmente son una bomba, especialmente en las zonas donde la gente no puede adaptarse porque depende de sectores primarios como la agricultura. Por eso el cambio climático es un problema ético y moral de gran alcance”. Y advierte: el tiempo corre en contra. “Aunque no hay que ser alarmistas y la gente debe saber que estamos a tiempo de cambiar las cosas, también debemos ser conscientes de que se nos acaba el margen de maniobra. Cuanto más tiempo pase nuestro margen de maniobra es menor”, afirma.
La biodiversidad, en peligro
Aunque se controlen las emisiones contaminantes, nada podrá impedir ya que la temperatura global aumente en este siglo un grado y que el nivel del mar suba otros 10 centímetros en todo el planeta. El reto ahora está en no superar las previsiones. Santiago Salsón, meteorólogo de MeteoGalicia y uno de los expertos que participó en el estudio sobre el impacto del cambio climático en Galicia, “Cligal”, afirma que la temperatura en la comunidad ha subido casi un grado desde 1973, aunque no de forma uniforme. “Que ha aumentado es un hecho innegable. Lo que está por determinar es qué tiene más peso: la acción del hombre o las variables naturales o si hay algún factor natural que la esté contrarrestando”, explica el meteorólogo. Según este estudio la temperatura anual ha aumentado 0,18 grados por década en Galicia en el periodo 1961-2006, incremento que es más generalizado en las temperaturas máximas. Asimismo, ha disminuido el número de días fríos en invierno.
En el planeta se calcula que existen entre diez y veinte millones de especies vivas, si bien el hombre solo conoce 1,5 millones, es decir, un 10% del total. De estas, cerca de un tercio de los anfibios, una cuarta parte de los mamíferos y el 12% de las aves están en peligro de extinción.
De cumplirse los modelos de predicción científicos, el cambio climático comportará la desaparición, en cincuenta años, de unas 450.000 especies de plantas y animales, el 30% de todas las especies vivas conocidas.
“Hay especies que aparecerán, otras que desaparecerán y otras que colonizarán otros hábitats. Esto es así desde el origen de la Tierra. El problema es que se está acelerando este proceso”, advierte Pedro Pablo Gallego, decano de la Facultad de Biología de la Universidad de Vigo, que añade: “Estamos devastando el planeta y lo pagamos con alergias, intolerancias alimentarias…”.
El calentamiento global y la contaminación también afectan a la salud global de las personas. Los informes del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) advertían ya en 2002 de que el cambio climático por emisiones humanas podría ser el causante de más de 150.000 defunciones prematuras, aunque hay perspectivas más negativas. Un estudio mundial de 2007 calcula que para el año 2030, podría haber cerca de 500.000 muertes prematuras debido al impacto de las concentraciones de ozono y al incremento de la población de seguir como hasta ahora. Los expertos sostienen que si se tomara en consideración la legislación aprobada para controlar las emisiones de ozono se evitarían 191.000 muertes en todo el mundo, es decir, el 0,2 por ciento del total de muertes previstas para 2030, y 458.000 (el 0,5% de las previstas para 2030) si se empleasen todas las tecnologías y esfuerzos para el control de emisiones.
Según la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), las alergias afectan ya a entre el 15 y 20% de la población y son el motivo de casi la mitad de las consultas en alergología. A la influencia del humo del tabaco, la polución o la combustión del diesel de los coches –que, según los últimos estudios, aumenta 27 veces más la capacidad de los alérgenos–, se suma el aumento de temperaturas, que incide en la capacidad alergénica del polen o el moho. En este sentido, distintos estudios demuestran que la temporada del polen se ha alargado. La Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) también alerta de la relación entre cambio climático y enfermedades respiratorias, y el agravamiento de las mismas en enfermos crónicos.
(Diario Ecología)
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