21 dic 2011

Vinculan el Sol al caudal del río Paraná tras analizar más de un siglo de datos

Entre el Sol y el río Paraná hay más de 149 millones de kilómetros, y aun así, al parecer, existe un vínculo entre los ciclos que los dominan. Investigadores de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) encontraron evidencia empírica de que existiría una relación significativa entre ambos. Los científicos analizaron más de un siglo de datos y se encontraron con una coincidencia significativa: tanto el movimiento del Sol como las modificaciones del caudal del río Paraná están dominados por ciclos de entre siete y nueve años.


"Este trabajo muestra evidencia empírica de una relación, pero eso no alcanza para explicar por qué ocurre", destacó el doctor Andrés Antico, docente de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas (FICH-UNL), becario del Conicet y uno de los autores del trabajo que se publicó recientemente en la revista Geophysical Research Letters.

La investigación suma nuevas piezas que pueden ayudar a entender el funcionamiento del clima, ya que actualmente existe una situación paradójica: si bien se sabe que el Sol es el combustible que alimenta la maquinaria atmosférica, no se conoce cómo responde el clima terrestre a sus cambios.

Para buscar evidencias que ayuden a entender cómo es la relación entre el Sol y el clima, los científicos rastrearon el comportamiento del sexto río más importante del mundo y protagonista indiscutido de los paisajes litoraleños: el Paraná. Trabajaron sobre los valores del caudal (es decir, cuánto volumen de agua pasa por un punto en un determinado tiempo) registrados a la altura de la ciudad de Corrientes desde 1904.

"Ese dato, medido allí, refleja la precipitación caída en gran parte de la cuenca", destacó la doctora Daniela Kröhling, docente e investigadora de la UNL y el Conicet y coautora del trabajo.

Ciclo de siete a nueve años

Al ordenar los números en un gráfico se hace evidente a simple vista que hay un ciclo de siete a nueve años que domina la variabilidad. Paralelamente, los investigadores observaron una variable que describe el movimiento del Sol en torno del centro del sistema solar.

"A diferencia de lo que uno supone, el Sol no está quieto, sino que gira constantemente alrededor de ese centro", explicó Antico.

La trayectoria que dibuja el astro al girar es compleja, "mucho más complicada que la de los planetas, que se mueven en una elipse", puntualizó. Al comparar ambas series de datos, se volvió evidente que tanto el movimiento del Sol como las modificaciones en el caudal del Paraná están dominados por períodos que oscilan entre siete y nueve años, y que los ciclos del Paraná tienden a seguir el movimiento solar.

Según se ocupó de aclarar Antico, el encontrar una relación, "ver que cuando algo cambia otra cosa también lo hace" no significa necesariamente que haya un mecanismo que vincule a ambos. Lo que se encontró es una relación significativa que sugiere que efectivamente existiría un mecanismo que los vincula.

"Es un puntapié inicial, un trabajo generador de hipótesis, de preguntas más que de respuestas", reflexionó.
Otra característica que destaca esta investigación es el aporte de datos desde América del Sur, ya que los estudios previos en la misma línea se basaron mayormente en datos del hemisferio norte.

El Sol, un misterio

El Sol sigue siendo un misterio para los científicos, pero no es el único factor externo que afecta al clima. Por ejemplo, existen hipótesis sobre un posible efecto de los rayos cósmicos sobre el clima que proponen cadenas de eventos.

En escalas de tiempo más largas -de decenas de miles a millones de años- hay otros, como son las modificaciones en las órbitas de la Tierra alrededor del Sol. "Existen tres movimientos que ocurren de manera simultánea, y eso también se cree que tiene un impacto en el clima", explicó Antico.

En esas escalas de tiempo es la geología la que indaga sobre la causalidad de ciclos más largos. "En el registro geológico, las rocas y los sedimentos con edades de cientos de miles de años ofrecen secuencias que fueron generadas en períodos glaciales e interglaciales que pueden ayudar a reconstruir la historia climática de la Tierra", concluyó Kröhling.











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