1 dic 2011

Y después de Durban ¿qué?


Representantes de los gobiernos de las principales naciones del mundo debaten en Durban, Sudáfrica, sobre los efectos del cambio climático y las responsabilidades de los gobiernos en los devastadores secuelas de la contaminación ambiental, precisamente cuando los peligros para la supervivencia de la Humanidad son cada vez mayores.

Aunque se busca un tratado que estipule de modo efectivo medidas vinculantes para que los países industrializados reduzcan la emisión de gases de efecto invernadero, según un cable de Prensa Latina, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) denunció en este cónclave la existencia de un peligro real de que “sea sepultado el Protocolo de Kyoto, y también el espíritu de la Convención de la ONU sobre cambio climático”.


Resulta muy preocupante la postura de un grupo de naciones desarrolladas que descartan ser parte de un segundo período de compromisos del pacto de Kyoto cuando Durban debe ser también, escenario para poner en marcha el Fondo Verde en apoyo a las acciones de los estados en desarrollo.
Sería catastrófico que no se logren aunar todas las energías para lograr estos objetivos, si se tiene en cuenta que lo que está en juego es el propio futuro de la especie humana.
La agenda de la reunión de Durban incluye lo relacionado con los fondos de ayuda para países en desarrollo y la falta de compromiso de los grandes emisores de gases de efecto invernadero.

Por supuesto, existen formas para disminuir sus consecuencias, entre ellas el consumo más eficiente del petróleo y del carbón, la adopción de formas renovables de energía, como la energía solar y eólica, la introducción de nuevas tecnologías para la industria y el transporte y la ampliación de la superficie forestal.


Un estudio del Instituto para Ciencias Atmosféricas y Climáticas en Zurich, publicado recientemente en la revista Nature Climate Change, refiere que si no se frenan muy pronto las emisiones de dióxido de carbono (CO2), las temperaturas en grandes regiones de África, la mayor parte de Rusia y el norte de China aumentarán dos grados en menos de 10 años. Luego les tocará a Canadá y Alaska.


Y como el 70 % de la Tierra es agua, y la mayor parte es fría, el recalentamiento por causa del uso de combustibles fósiles se manifiesta en forma desigual. Por varias razones, el Ártico, Canadá, Eurasia y partes de África se calientan más rápido y sufrirán un sustancial aumento de temperaturas en los próximos años.


No en balde en los días previos a la actual Cumbre un conjunto de naciones declaró que llevarían una posición común en defensa del medio ambiente, por ejemplo Centroamérica y Dominicana. También Brasil se propuso defender la definición de un segundo período de compromiso hasta 2020 para el cumplimiento del Protocolo de Kyoto.


El 12 de junio de 1992, durante la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, celebrada en Río de Janeiro, Fidel Castro expresó: “Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el hombre.


“Menos lujo y menos despilfarro en unos pocos países para que haya menos pobreza y menos hambre en gran parte de la Tierra. No más transferencias al Tercer Mundo de estilos de vida y hábitos de consumo que arruinan el Medio Ambiente. Hágase más racional la vida humana.


“Aplíquese un orden económico internacional justo. Utilícese toda la ciencia necesaria para el desarrollo sostenido sin contaminación. Páguese la deuda ecológica y no la deuda externa. Desaparezca el hambre y no el Hombre”.


Sus palabras al parecer cayeron en los sordos oídos de los principales emisores de gases contaminantes. Y ahora las conversaciones de Durban podrían ser la última coyuntura para que los gobiernos cumplan su promesa de limitar el recalentamiento a menos de dos grados.


“Cesen los egoísmos, cesen los hegemonismos, cesen la insensibilidad, la irresponsabilidad y el engaño”, aseveró Fidel en la Cumbre de Río.


Ojalá que aún estemos a tiempo.







  (Por Esther Borges Moya - Diario Ecología)

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