¿Quién no quiere tener un verano “naranja”? Todos queremos lucir nuestra salud en calurosas playas con diminutos bañadores, la vitalidad de nuestras pantorrillas, el firme y robusto par de glúteos, el plano y firme abdomen, como para lavar ropa, y un bien dotado pecho, impávido frente a la gravedad. Y si bien, esto responde en muy pocos casos a la realidad, la ficción de esas refrescates tandas publicitarias, hace que tengamos el anhelo de un cuerpo perfecto.
Pero más que un cuerpo perfecto, debemos anhelar un cuerpo saludable, y para eso, para un verano de disfrute y distensión, nada mejor que la naranja.
Esta fruta de época veraniega, contiene altas dosis de vitamina C, por lo que refuerza nuestras defensas y además es un antioxidante que engaña al reloj biológico y el asolador paso que el tiempo hace sobre nuestra humanidad.
La naranja es digestiva, y por si fuera poco, ayuda al correcto funcionamiento del hígado. Por eso, por muy estricta que sea tu dieta, debes incluirla para favorecerte con las virtudes del ácido cítrico, el cual ayuda a la absorción de nutrientes.
Es por todo lo anterior un “alimento funcional”, muy en boga durante el ultimo tiempo, pero con el arribo del mercado de los probióticos, o alimentos modificados para asumir la mejora en diversos órganos del cuerpo, se ha dejado de lado la ingesta de alimentos 100% naturales y tan beneficiosos como los que vienen en un pequeño y monono frasquito.
Entonces, para un verano naranja con una buena digestión, un funcionamiento correcto del hígado y con un metabolismo más rápido que Speedy González, ya lo sabes: toma jugo de naranja, come naranjas… claro, sin untarlas en azúcar, ni asociarlas al vínculo matrimonial.
(Veo Verde)
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