Entrevista a Adolfo Eraso, geólogo experto en glaciares. Es miembro de la Academia rusa de Ciencias Naturales y de la de Ciencias de Nueva York. El investigador, de 77 años, ha puesto en marcha, junto a la matemática Carmen Domínguez, una red única de medición del agua de descarga de los glaciares en los dos Polos.
Pregunta. ¿Qué le llevó a los polos?
Respuesta. Era químico, pero me doctoré en geología, porque siempre he tratado de entender cómo funcionaba el agua subterránea. Me llamaba la atención lo lento que evolucionaba todo allí abajo. Hasta que me invitaron a la base polaca en la Antártida y me picó el veneno del hielo, ¡allí era todo tan rápido! Entonces no se hablaba del calentamiento global, ni del cambio climático e íbamos a mínimos. En 2001 creamos el proyecto Glackma y empezamos a conseguir financiación, todo cambió. Ahora hemos puesto en marcha una asociación sin ánimo de lucro y un sello editorial con el que hemos editado el libro Diario Polar, que relata nuestras experiencias.
P. Es usted un espectador de excepción ¿Qué ha cambiado en estos años?
R. Tenemos ocho estaciones de medición situadas en glaciares en los dos Polos, que miden cada hora el agua que sale de ellos. Y para eso hay que meterse dentro de ellos. No sirven los satélites, que en cambio son perfectos para los grandes bloques de hielo que se desprenden. Lo que podemos afirmar ahora sin ninguna duda es que un glaciar responde a cualquier variación que se produzca en la temperatura casi de forma inmediata, y en los dos hemisferios. Además, hemos comprobado que descarga de agua ha aumentado. Las mediciones que tenemos de 2002-2003 se habían duplicado cuatro años más tarde.
P. ¿Es comparable la situación del Polo Norte y la de la Antártida?
R. Llevamos 11 años en los glaciares de los dos hemisferios, no es mucho tiempo, pero sí es un proceso continuado y hemos comprobado que, a una latitud similar, la descarga de los glaciares del Ártico (metros cúbicos por kilómetro cuadrado de área) es de tres y media a cuatro veces mayor que en la Antártida.
P. ¿La razón?
R. El Polo Norte está más expuesto, porque es donde vive más gente, y en el Polo Sur hay una cantidad de hielo mayor y esto provoca que exista un microclima. Lo que sí le puedo decir es que lo que está pasando ahora no es natural. Desde hace dos siglos está cambiado todo.
P. P. ¿Cómo lo saben?
R. Son datos. Se ha encontrado hielo de casi un millón de años de antigüedad y en las burbujas de aire están los datos del CO2 que había en la atmósfera. Es lo que se llama el calendario glaciar. Ahora tenemos 390 de partes por millón de dióxido de carbono y antes eran entre 180 y 280, que es lo natural, lo que corresponde a los ciclos solares.
P. ¿Puede usted señalar algún culpable?
R. Somos nosotros, los hombres.
P. Aparte de los datos científicos ¿ha notado algún cambio a simple vista?
R. Por ejemplo, he visto crecer gramíneas verdes en el Ártico donde solo había tundra, y eso es consecuencia de que la temperatura ha subido. Y luego están cuestiones como días de calor en invierno o de frío en verano. En 2006, en el Ártico se llegó a 19 grados, es increíble. Al mismo tiempo en la Antártida se abrió una grieta de unos tres metros de ancho por un paso que usábamos todos. Porque la atmósfera es global, cualquier foco de CO2 que se genere en un lugar se mezcla de forma homogénea con la atmósfera en menos de nueve meses o de un año, hagas la hoguera donde la hagas. Y en tu hemisferio, se refleja en el orden de medio año.
P. ¿Alguna fórmula para parar el calentamiento global?
R. Produciendo menos CO2, retirándolo de atmósfera. La naturaleza produce dióxido de carbono y lo digiere. Pero nosotros lo producimos y somos incapaces siquiera de reducirlo.
P. Debe estar usted en muy buena forma física.
R. No es necesario un entrenamiento riguroso. La fuerza está en la cabeza y hay que ser voluntarioso. La gente tiende a quitarse el frío de fuera hacia dentro, se pone ropa encima y es al revés, hay que quitarlo desde dentro con contracciones musculares, moviéndote y caminado. Yo no me entreno nunca, pero es verdad que siempre ando por los montes y escalo, buceo y hago espeleología y eso me ha dado un fondo físico.
P. Pero llevan mucho peso para la expedición.
R. Mi equipo personal pesa 32 kilos y solemos trasladar como mínimo 200 entre Carmen y yo, pero para eso alquilamos caballos. También dejamos material en nidos y tenemos acuerdos con países que nos dejan utilizar sus bases como almacén a cambio de nuestros datos.
P. Bajar a un glaciar suena peligroso.
R. Carmen y yo vamos casi siempre juntos. En un glaciar jamás se debe estar solo, porque hay riesgo. Se forman grietas nuevas de un año para otro. Si la nieve las cubre, no las ves. Los puentes de nieve son trampas, te puedes caer 50 o 60 metros. Yo caí en una grieta, me quedé colgando del piolet con el hombro derecho roto. Me rescataron unos italianos con los que iba.
P. Y ahora se llevan a los chavales de los colegios con ustedes.
R. De forma virtual. Tenemos convenios con centros de enseñanza y siguen el blog de Karmenka (Carmen) en la web de Glackma, donde todos los días les contamos lo que hacemos y colgamos fotos. Además, les proponemos actividades. Les encanta.
P. ¿Qué es más duro el hielo o la crisis?
R. La situación económica es muy complicada. Ahora estamos buscando financiación, porque esta expedición nos la estamos pagando con nuestros fondos.
P. ¿Se retirará en algún momento?
R. ¿Alguien me puede decir cuándo acabará el calentamiento global? No, pues yo seguiré midiéndolo.
(El País)
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