Anualmente se pierden alrededor de 1.700 hectáreas de bosques en el noroccidente de Quito, según el mapa de cobertura vegetal realizado por la Secretaría de Ambiente, entre 2009 y 2010. El estudio reveló, además, que el área de bosques está fragmentada.
La única referencia de comparación que existe es un análisis multitemporal de hace 23 años, mediante el cual se pudo determinar que, en ese período, el distrito perdió 33.518 hectáreas de bosques primarios con una tasa de pérdida anual del 0,4%.
Las causas son diversas, aunque la directora de patrimonio natural de la Secretaría de Ambiente, Cecilia Pacheco, explica que las que predominan son: “el incremento de cultivos o monocultivos, la deforestación para venta de madera, la presión por la ganadería y el crecimiento de las poblaciones”.
Sin embargo, en todo el distrito todavía se conserva una cobertura vegetal del 61%, que “en relación al territorio es bien interesante”, agrega Pacheco.
Deforestación
Actualmente, los bosques del noroccidente están fragmentados y ya “no son parches de vegetación continuos” (ver infografía). Este fenómeno, más la pérdida de cobertura de bosques, se debe principalmente a la deforestación porque allí se conserva madera fina (cedro, canelo, malua, motillón, caoba) y porque a nivel internacional es considerado como ‘hot spot’ por su amplia biodiversidad y endemismo.
“Existe una fuerte presión por madera en el noroccidente y por emplear más espacio para la agricultura y extender los cultivos”, señala Pacheco, quien insiste que “la deforestación es un problema serio”.
Juan Lascano, presidente de la junta parroquial de Nanegalito, explicó que en su parroquia “el índice de tala de bosques ha bajado, aunque las personas persisten en cortar los árboles”. Él afirmó que durante horas de la madrugada se observa cómo camiones salen cargados de madera. “Se supone que quien tala debe tener un permiso, pero aquí los controles son escasos”.
Para Daniela Valarezo, líder de la unidad de ecosistemas y biodiversidad de la Secretaría de Ambiente, “la deforestación en el noroccidente es muy grave. Esas hectáreas han pasado a otro tipo de usos, pero el terreno no es propicio para esto porque está en quebradas o laderas”.
Ahora los últimos bosques primarios están en Pacto, Gualea, Nanegal, Nanegalito y Nono, mientras que otros remanentes de bosques están en San José de Minas.
Otros problemas
René Lima, uno de los dueños de la Reserva Ecológica Pahuma, ubicada en el kilómetro 42 de la vía a Nanegalito, explica que a más de la explotación de madera, “las plantaciones, especialmente de naranjilla y pastos para el ganado, han disminuido los bosques”.
En ese sector está aumentando el área de pastizales. “Como el suelo no es rico se necesita por lo menos una hectárea para mantener a una vaca. Y para que el negocio sea rentable es necesario tener al menos 50 cabezas de ganado al año, por lo que se ocupan 50 hectáreas para pasto”, indica Lima, quien ha visto cambiar el paisaje desde antes que existiera la carretera.
Al salir de la mancha urbana de Quito, en dirección al noroccidente, se observan grandes montañas con un poblado bosque húmedo. Sin embargo, poco a poco se pierde entre pastizales, plantaciones de maíz, naranjilla y otros productos de la zona.
Erlinda Yépez (55) vive de la agricultura. “Yo dejé de talar hace más de unos cinco años porque nos denunciaron. Ahora solo tengo cultivos, pero la tierra es mala”, explica con pesar. Ella vive allí con su esposo e hijos. Su terreno tiene 20 hectáreas, donde también tiene ganado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Todos los comentarios que sean ofensivos, serán eliminados.