El Hierro, isla en la que parece haber habido una erupción submarina que los científicos niegan y las autoridades confirman, debe ser un buen lugar para ver las estrellas. Poco  poblada y declarada Reserva de la Biósfera, el alumbrado público debe  estar correctamente limitado a los núcleos urbanos, dejando amplios  espacio oscuros desde los que poder observar las estrellas sin ser  molestado por resplandores artificiales.   
 En la mayoría de las ciudades de los llamados países  desarrollados no es que haya poco alumbrado público, es que está mal  ubicado y es de mala calidad. Hace falta que sea mejor, pero no  que sea más. A nivel de la calle parece que los faroles se alumbran  sólo a sí mismos, pero en la distancia las ciudades parecen naves  nodrizas anaranjadas emergiendo de la tierra. Las estrellas quedan  absolutamente opacadas.
 Lo tienen bastante difícil observatorios y aficionados a la astronomía que viven cerca de las grandes urbes por culpa de esta contaminación lumínica. La desesperación llevó a algunos a agruparse en la International Dark-Sky Association  (IDSA), que desde hace 22 años se dedica a promover el uso de la luz  artificial sólo cuando y donde hace falta, y a salvaguardar algunos  sitios para la oscuridad. Estos sitios son denominados International  Dark-Sky Reserves, o reservas de cielos oscuros.
                 El  Parque Nacional Exmoor, en la costa oeste de Inglaterra, acaba de  convertirse en el segundo lugar del planeta que recibe este estatus.  De ser respetado, éste evitará que se abuse del alumbrado en las  adyacencias del parque, desde el cual puede verse claramente la Vía  Láctea gracias a la oscuridad. 
 La primera reserva de cielo oscuro fue Mont Megantic, en Quebec, Canadá, en la cima del cual se encuentra el Observatoire du Mont Mégantic. Para poder recibir el reconocimiento, un lugar debe cumplir con la definición establecida por la IDSA:
 una tierra pública o privada que posee una calidad excepcional o distinguida de noches estrelladas y un medio ambiente nocturno que está específicamente protegido por su misión patrimonial, cultural, científica, natural, educativa, y / o de disfrute público de una zona periférica de gran tamaño. (Traducción propia)
La influencia negativa del exceso de luz artificial está muy  extendida. Alessandro Barghini, consultor internacional en planeamiento  energético y doctor en ecología, ha advertido que el  exceso de luces urbanas y farolas pueden estar cobrándose la vida de  los organismos que dependen de la oscuridad de la noche, entre ellos las  luciérnagas. Los científicos también han descubierto que los murciélagos de bosque detestan tanto la luz que emiten las farolas de las calles, que no salen en busca de alimento para evitarla.
 Fuente:| www.telegraph.co.uk
Fotografía : bumeister

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