Con la puesta en funcionamiento de una moderna estación meteorológica -que funciona con energía solar, el proyecto para intensificar las lluvias en las zonas más secas de Mendoza entró en una de sus etapas más importantes. El avanzado artefacto, que desde hace dos meses está instalado y funcionando diez kilómetros al sur de El Carrizal, ya está midiendo los niveles de humedad y de lluvia para, en base a estos datos, lograr determinar cuál es el mejor momento para “sembrar” las nubes y que ese proceso transforme la humedad del ambiente en lluvia.
Cuando la cresta de una nube cúmulus se enfría a menos de 0º C, el rocío de la nube no se congela inmediatamente, en cambio, experimenta lo que se conoce como un súper-enfriamiento. Entonces es cuando pequeñas partículas de polvo llevadas por el viento al interior de la nube se convierten en un núcleo de hielo ideal, alrededor del cual el rocío forma una gota. Si esta gota no se forma a tiempo, el rocío eventualmente se combina con el aire más seco al exterior de la nube y termina por evaporarse en la atmósfera.
Sí en la cresta de la nube no concurre suficiente hielo en forma de núcleos, entonces las gotas de lluvia sólo pueden formarse por medio de una intensa colisión de las minúsculas partículas de rocío. Este proceso, llamado coalescencia toma demasiado tiempo porque las partículas de rocío son tan pequeñas que en realidad son absorbidas por corrientes en torbellino, que evitan que colisionen entre sí. La probabilidad de que colisionen es mínima y puede tomar hasta un millón de partículas para formar una sola gota de lluvia de tamaño regular.
Cuando las condiciones naturales no producen el hielo necesario en las nubes para producir lluvia, es posible darle una mano a la nube proveyéndole los núcleos que le hacen falta. Este procedimiento es el que se conoce comúnmente como Siembra de Nubes. Las nubes pueden ser sembradas con una variedad de elementos que induzcan la formación de hielo. Los más comunes son el yoduro de plata y el hielo seco. Cuando se utiliza el yoduro de plata, éste se quema en pequeñas cantidades (30g ó menos) con el uso de bengalas dentro de la cresta de la nube o bien aprovechando las corrientes ascendentes, en la base de la nube. Si se usa hielo seco, entonces éste se lanza en forma de canicas sobre la cresta de la nube.
Siembra en la Cresta de la Nube
La siembra en la cresta de la nube por lo general se realiza en temperaturas entre -5º C y -10º C. Usualmente es dentro de este rango donde se encuentra la mayor cantidad de rocío súper-enfriado, y el cual corresponde a altitudes que van de los 4,500 a los 6,700 metros sobre el nivel del mar, dependiendo del lugar.
El elemento que servirá de “semilla” se dispersa en el interior de las nubes súper-enfriadas, encendiendo bengalas de yoduro de plata dentro de la columna de la nube. Esta técnica requiere menor anticipación de parte de aquellos quienes dirigen la operación y puede producir un efecto más inmediato.
Desde tierra, el meteorólogo dirige la aeronave hacia un cúmulo de nubes que prometan nueva actividad pluvial, utilizando un radar climatológico. Al arribar al cúmulo, el piloto selecciona visualmente las columnas nubosas que crucen la altitud predeterminada para la siembra.
Una inspección visual puede revelar mucho sobre la estructura y dinámica del cúmulo de nubes. Una apariencia firme, clara como de “coliflor” usualmente indica una abundancia de agua líquida. Las nubes de apariencia fina, con contornos borrosos y en forma de plumas, típicamente indican que el proceso de formación de hielo ya comenzó y la siembra no es necesaria.
Siembra en la Base de la Nube
La siembra en la base de la nube se realiza en los casos en donde es posible identificar regiones de corrientes ascendentes bien definidas, o bien en los casos cuando la siembra en crestas no es practicable. Este método para incrementar la precipitación pluvial, es la técnica preferida en operaciones nocturnas.
El elemento “semilla” se dispersa por medio de la combustión de soluciones basadas en acetona o a través del encendido de bengalas de yoduro de plata, adentrándose el avión en las corrientes ascendentes del cúmulo, las “semillas” se asimilarán a las columnas y serán transportadas por estas hasta la altitud donde se encuentra el rocío súper enfriado.
La desventaja de este método es que el piloto se encuentra en la necesidad de tener que adivinar el rango de crecimiento de la nube fundamentándose sólo en la fuerza de la corriente ascendente y en la apariencia misma de la base, y no puede conocer las condiciones prevalecientes en la cresta.
Resultados
Los resultados de la siembra de nubes han sido demostrados durante los más de 50 años que ésta se ha practicado. Como información de referencia, la Comisión para la Conservación de los Recursos Naturales de Texas, desde 1996 considera a los programas de siembra de nubes un componente permanente y de largo plazo para las estrategias de administración y conservación hidráulica en el estado. Sus estudios indican que la siembra de nubes puede incrementar la precipitación hasta por 2.5 veces la cantidad habitual.
Fue en el mismo 1996, que varias agencias de gobierno estatales formaron la Asociación de Modificación Climática del Sur de Texas y comenzaron la siembra de nubes en mayo del 1997. La primera misión se voló el 16 de mayo de ese mismo año en los condados de Wilson y Atascosa y en sólo horas, la zona recibió entre 25 y 100 milímetros de precipitación pluvial.
“Aspiramos a incrementar entre 10 y 15% el nivel de precipitación de cada nube”, destacó el responsable del proyecto, Raúl Pérez, director del Laboratorio de Investigaciones Hidrodinámicas Atmosféricas y Nubes para Desarrollos Operativos (Lihando), de la UTN.
Cabe destacar que con este proceso químico, en 50 años Texas (EEUU), le ganó diez millones de hectáreas al desierto.
En marcha
En 2008, la Nación aprobó el proyecto presentado por Pérez -representando a la UTN-, con el que, emulando a otras zonas desérticas y secas del mundo, se busca aumentar las lluvias.
Si bien el dinero -cerca de un millón de pesos- llegó recién en diciembre del año pasado, durante más de dos años se hicieron tareas de observación y, desde junio, se realizan las primeras pruebas, para las que la estación juega un rol fundamental.
“Buscamos identificar cuáles son los días, los momentos del año en que más humedad hay y que serían favorables para ?sembrar’ las nubes e intensificar las lluvias”, explicó Pérez.
Para esta etapa del proyecto, el funcionamiento de la estación es clave, ya que mide detalladamente, de forma más precisa que otros medidores, los niveles de humedad y de derretimiento del agua. Por ejemplo, hace un par de semanas, cuando nevó, el derretimiento del agua que marcó llegó a 0,8 milímetros en tres horas. Pero éstas son situaciones excepcionales, ya que la media en todo el año pasado de precipitaciones en el lugar fue de cero. “Es una zona de sequía pavorosa y es un desafío importante lograr que llueva ahí”, continuó Pérez, licenciado en Física y doctor en Ingeniería.
“La estación emite datos por medio de SMS a un sitio de internet y nosotros los vamos actualizando cada diez minutos. Con esa información vamos a ver cuáles son los mejores días, los más húmedos”, agregó el profesional de la UTN, quien resaltó que el equipo -con todos los sensores necesarios- significó una inversión de diez mil dólares. La idea es que, antes de fin de año, se instale otra estación igual en el secano norte de San Martín, ya que la idea es repetir este proceso en esa zona duramente castigada por la sequía también, y -de ser posible- instalar una tercera.
El proceso
La iniciativa fue presentada por el “Lihando” y el proyecto precisará de cerca de un millón de pesos para su financiamiento. Mientras 75% correrá por cuenta de la UTN -principalmente en todo lo que hace a personal y disponibilidad-, el resto lo aportará el Ministerio de Producción de la Nación.
“En la atmósfera, toda el agua está en forma de vapor. Para cambiarla a líquido y que se forme una gota, es necesario -además de frío- que entre en contacto con una partícula sólida. El método con el que vamos a intensificar las lluvias consiste, justamente, en sembrar en las nubes núcleos sólidos para que se formen gotas que tengan el diámetro suficiente para llegar al suelo en forma de lluvia y no se evaporen antes”, sostuvo Pérez.
Pasando en limpio: para intensificar la lluvia es necesario que haya vapor, humedad. El agua es la materia prima, por lo que es fundamental el rol de la estación, ya que ésta será la que determine cuáles son los días con mayor humedad y -por ende- más propensos para sembrar las nubes y que llueva.
En la zona de El Carrizal, teniendo en cuenta que la capa húmeda (la de mayor relación de mezcla) está ubicada entre los 1.000 y 1.500 metros sobre el nivel del mar y que ese punto geográfico está a 900 metros, no será necesario sembrar con aviones. Según destacó el especialista, se van a utilizar generadores de suelo, tecnología en la que ya están trabajando. “De salir todo bien, en dos meses podríamos estar sembrando”, sintetizó el director del proyecto.
Además de Texas (EEUU), este sistema se aplica en algunas zonas secas de Australia, donde se ha logrado incrementar el nivel de lluvia en 9,8% por cada nube.
“Queremos probar la efectividad en la zona de El Carrizal y, de funcionar y ser efectivo, sería un gran paso para aplicarlo en otros lados”, cerró Pérez.
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