La idea de realizar plebiscitos comunales para zanjar temas locales no es de los ambientalistas de la región de Aysén. En Vitacura, por ejemplo, se realizó una consulta ciudadana en 2009, donde los vecinos decidieron cómo sería el Plan Regulador de la comuna. De la misma forma, en Peñalolén el Consejo Municipal decidió por unanimidad que se plebiscite la altura máxima que podrán tener los nuevos edificios.
La aparición de estos plebiscitos en la constitución no es casual. Una vez que la dictadura militar perdió el plebiscito de 1988, la oposición hizo lo posible por sacar de la constitución las normas más autoritarias, y en medio de una discusión acerca de cómo acceder a cargos parlamentarios, se aprobó el Plebiscito Comunal, sin que a nadie le importara demasiado.
No es menor que para que el plebiscito sea vinculante, la ley exige que vote al menos el 50% del padrón electoral, exigencia que no se pide en ninguna otra elección en Chile. Pero lo bueno es que, aunque sorteando un montón de papeleos y burocracias, un grupo de ciudadanos bien organizados puede exigir a los alcaldes que realicen una consulta.
Esto fue lo que pasó en Cochrane, ciudad que podría quedar rodeada de represas si el proyecto Hidroaysén se construye, cuando la agrupación Defensores del Espíritu de la Patagonia entregó al alcalde Patricio Ulloa las 120 firmas necesarias para exigir el plebiscito. Esta petición se hace en concordancia con la que hace pocas semanas se hizo en Coihaique, y se espera que también las comunas de O’Higgins y Tortel.
Dentro de los temas que se busca se consulten, están agilizar los trámites para aprobar el plan regulador de la comuna, exigir que cualquier infraestructura energética sea parte de las renovables no convencionales, establecer incompatibilidad entre líneas de transmisión eléctrica y la industria turística ya existente, y por último se busca declarar de utilidad pública los predios que usará Hidroaysén, negándoles los permisos de construcción.
Lo rescatable de esta lucha es que la sociedad civil, después de muchos años casi en silencio, está organizándose y utilizando las reglas impuestas por la “democracia” en la que vivimos. Una democracia sin sociedad civil difícilmente puede considerarse tal, por lo que celebraremos la organización, iniciativa y fuerza de los movimientos ciudadanos, sobre todo si la protección el medio ambiente es su lucha.
Fuente: chilesustentable.net
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