El gobierno nacional ha prestado poca atención al problema ambiental. Ya hemos mencionado en este blog el desvío de fondos destinados a sustanciar el Fondo Nacional para el Enriquecimiento y la Conservación de los Bosques Nativos con destino al programa Fútbol para Todos.
Hemos comentado también el enorme esfuerzo que se ha realizado, pese al veto de la Presidenta, para la aprobación de la ley de protección de glaciares. El Riachuelo, en tanto, sigue esperando todavía su limpieza y, en materia energética, se continúa promoviendo la explotación de carbón en lugar de fomentar el uso de energías limpias y renovables.
El Plan de Recuperación del Yacimiento de Río Turbio, que se puso en marcha en 2005 y propone la generación de energía a partir del uso intensivo del carbón de ese yacimiento de la provincia de Santa Cruz, reabre la discusión en relación con la utilización de ese recurso.
El plan tiene como objetivo la recuperación integral de la mina de carbón en 2013 para poder abastecer la demanda de la nueva central termoeléctrica y, de esa manera, brindar energía a través del Sistema Interconectado Nacional.
A pesar de que el carbón es el más abundante de los combustibles fósiles, su desarrollo futuro está supeditado a las limitaciones ambientales, tanto por los efectos de contaminación local que provoca su utilización como por su contribución en las emisiones de gases que provocan el calentamiento global y que no pueden ser ignoradas de ningún modo.
Reanudar la explotación en gran escala del carbón en la Argentina es un grave error, puesto que el camino que se comienza a recorrer en el plano internacional en relación con el empleo de ese recurso es exactamente el opuesto y es fácilmente comprobable si se observan las políticas al respecto que se siguen en los países europeos.
La ley que reguló el tema se planteó como objetivo lograr una contribución de las fuentes de energía renovables hasta alcanzar el 8 por ciento del consumo de energía eléctrica nacional para el año 2016.
Por otro lado, la comunidad internacional se ha propuesto, por medio del Tratado de Amsterdam, el objetivo de cubrir el 12 por ciento de todas las necesidades energéticas de la Unión Europea (UE) a través de la utilización de fuentes alternativas de energía renovable.
En la actualidad, si bien el carbón sigue ocupando una porción muy importante en la generación de electricidad en muchas partes del mundo, es el combustible prioritario por ser reemplazado por otras fuentes de energía. La razón fundamental, como lo hemos dicho anteriormente, es la urgente necesidad de reducir las emisiones de gases que provocan el fenómeno del calentamiento global.
La Argentina, reconocida internacionalmente como uno de los países con mayor potencial de desarrollo eólico, cuenta con 30 MW instalados. Así, se concretaron desde Enarsa distintos procesos licitatorios por los cuales hoy ya se encuentran en ejecución 80 MW de origen eólico en los parques Rawson I y Rawson II, en la provincia de Chubut, con el objetivo de que sigan en expansión.
De acuerdo con esta realidad, sería auspicioso entonces que se pudiera avanzar en la investigación y el desarrollo de estas fuentes de energía renovables y, al mismo tiempo, utilizar todo el potencial que tiene la Patagonia para generar energía eólica a escala nacional.
Todo esto contribuiría a que la Argentina alcanzara la meta fijada por la ley 26.190 y colaboraría con la lucha planetaria contra el cambio climático. Sobre todo ahora, que la conciencia sobre su importancia se consolida cada vez más en nuestra sociedad.
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