Con o sin crisis, el reciclaje es uno de los mejores negocios del mundo, en armonía con la naturaleza. La falta de incentivos que existe en muchos paises del continente para su recolección y la poca infraestructura existente para su reprocesamiento obstaculizan el reciclaje, sin embargo, estas limitantes podrían ser una oportunidad de negocio. En el largo camino que recorre la basura sucede una singular metamorfosis: cuando se aplica fuerza de trabajo a la recolección de los desechos, algo sin valor se transforma en una nueva mercancía.
Todos los días, millones de toneladas de basura sufren esta transformación y generan a su alrededor una peculiar economía que permite, por ejemplo, la existencia de miles de empleos. La contaminación es una oportunidad de negocio, puesto que a través de un proceso adecuado de utilización de la materia orgánica (residuos animales y vegetales) encargadas de generar el metano (sustancia que contribuye al calentamiento global), puede ser aprovechado para la producción de biogás, factor que facilita la producción de energía eléctrica mediante sistemas debidamente adaptados para el efecto. Ante la gran cantidad de basura generada por el consumismo actual, emprendedores, cooperativistas y empresarios han encontrado una oportunidad para reconvertir el valor de los desechos y hacer un negocio atractivo para ellos.
Desde hace un tiempo, se viene imponiendo la tendencia de desarrollar productos a partir del reciclado. La basura parece ser un gran negocio. Desde los recicladores urbanos (conocidos como cartoneros), pasando por las plantas de generación eléctrica a partir de residuos, hasta -incluso- la venta de escombros como merchandising.
Tras el proceso de recogida, minimizarla pareciera el gran reto. De hecho, una de las formas más ancestrales para desaparecerla era proceder a su quema, pero hoy día, incluso con las tecnologías más modernas de incineración de desechos sólidos, no es beneficioso para el medio ambiente y la salud humana.
Y es que incinerar la basura no sólo es riesgoso por las sustancias contaminantes que produce y descarga al ambiente, sino que además son sistemas costosos que requieren personal altamente calificado. Por otro lado, incinerar la basura es a todas luces un absurdo y una acción totalmente innecesaria, pues se acaba con grandes cantidades de materiales que pueden ser reciclados y entrar en otro ciclo productivo.
Con el reciclaje del 70% de la basura, estaríamos generando nuevas fuentes renovables de energía, materias primas y biofertilizantes; sin dejar de mencionar el mejor aprovechamiento del espacio disponible en los rellenos sanitarios y la notable disminución del impacto medioambiental. Para que se tenga una idea, por una tonelada de papel reciclada se ahorran entre 14 y 17 árboles de regular tamaño (que tardarían 20 años en crecer), 130 mil litros de agua y 9.600 kilo watt / hora de energía, la suficiente para suministrar electricidad a una familia media durante casi un año.
Ahora bien, no todo está resuelto con la separación y el reciclaje de estos materiales como el vidrio, metales, etc.; pues los llamados desechos biodegradables (orgánicos) que se dejan en los vertederos o rellenos sanitarios se descomponen , generando la producción de metano (CH4), un gas que al quedar expuesto a la atmósfera produce calentamiento global, con un efecto invernadero 21 veces más dañino que el dióxido de carbono (CO2). Por eso, lo ideal es controlar la producción de gas metano y transformarlo en energía útil.
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