Si bien existe legislación que data de unos tres años atrás encaminada a suprimir el uso de las bolsas de polietileno y a que sean reemplazadas por las llamadas bolsas ecológicas y que, por lo que puede observarse, el recambio definitivo se hace esperar, existe consenso, sin embargo, acerca de que en los supermercados e hipermercados de la Región se advierte una aceptación mayor por parte de la gente, cada vez más dispuesta a sumarse a una iniciativa que apunta a mejorar el medio ambiente.
Es evidente que existe un mayor compromiso ecológico de la gente, como resultado de un también creciente conocimiento de lo que significa respetar condiciones ambientales que hacen a una mejor calidad de vida. Tal como se señaló, el uso de las nuevas bolsas o el retorno a la vieja bolsa de los mandados, así como de carritos y hasta mochilas, apunta a reducir la cantidad de plástico que utilizan los clientes de los supermercados. La iniciativa se sumó a la legislación que regula los materiales con los que pueden confeccionarse las bolsas, que deben ser biodegradables.
Según sondeos realizados en los últimos tres años en un reconocido hipermercado instalado en la zona, en los últimos tres años se redujo en un 63 por ciento el uso de bolsas plástica -medido en peso-, esto es la cantidad de plástico entregada en forma de bolsas a la clientela.
Desde luego que a la reducción del tamaño y grosor de las bolsas de polietileno que se siguieron entregando, se sumaron otras medidas tales como habilitar las llamadas cajas ecológicas -destinadas a los clientes que usan ese tipo de bolsas- y la capacitación de cajeros para que en cada bolsa se cargue un mínimo de cinco productos.
Es indudable, como se ha dicho antes, que el proceso avanza en forma lenta, pero lo más importante pareciera residir en el hecho de que existe una creciente y cada vez más generalizada cultura medioambiental en la población que, seguramente, muy pronto se verá plasmada en mejoras sustanciales.
Se calcula que hoy cada familia argentina descarta cerca de 40 kilos de plástico por año. En el caso de las bolsas, sólo un mínimo porcentaje se recicla. La mayoría termina por obstruir o tapar cloacas y desagües en mares o en ríos, donde pueden afectar la salud de animales, o en basurales a cielo abierto.
En nuestro país, la distribución de bolsas de polietileno comenzó a mediados de la década del 80 y se acentuó a fines del 90. Hoy se utilizan más de 2000 millones de bolsas de plástico de alta densidad por año. Se estima que, en la Argentina, se producen unas 11.000.000 de toneladas de basura durante el año; la influencia de las bolsas en los rellenos representa el 0,6 por ciento.
Lo importante es profundizar el camino que se ha iniciado. Y para eso resulta fundamental acentuar las campañas que apunten a reforzar en la sociedad la conciencia ecológica y de cuidado del medio ambiente. Volver a la bolsa de los mandados es un hábito saludable y una contribución al bien común. Desde esa perspectiva debe alentarse el cambio.
Fuente: Diario el Día
Es evidente que existe un mayor compromiso ecológico de la gente, como resultado de un también creciente conocimiento de lo que significa respetar condiciones ambientales que hacen a una mejor calidad de vida. Tal como se señaló, el uso de las nuevas bolsas o el retorno a la vieja bolsa de los mandados, así como de carritos y hasta mochilas, apunta a reducir la cantidad de plástico que utilizan los clientes de los supermercados. La iniciativa se sumó a la legislación que regula los materiales con los que pueden confeccionarse las bolsas, que deben ser biodegradables.
Según sondeos realizados en los últimos tres años en un reconocido hipermercado instalado en la zona, en los últimos tres años se redujo en un 63 por ciento el uso de bolsas plástica -medido en peso-, esto es la cantidad de plástico entregada en forma de bolsas a la clientela.
Desde luego que a la reducción del tamaño y grosor de las bolsas de polietileno que se siguieron entregando, se sumaron otras medidas tales como habilitar las llamadas cajas ecológicas -destinadas a los clientes que usan ese tipo de bolsas- y la capacitación de cajeros para que en cada bolsa se cargue un mínimo de cinco productos.
Es indudable, como se ha dicho antes, que el proceso avanza en forma lenta, pero lo más importante pareciera residir en el hecho de que existe una creciente y cada vez más generalizada cultura medioambiental en la población que, seguramente, muy pronto se verá plasmada en mejoras sustanciales.
Se calcula que hoy cada familia argentina descarta cerca de 40 kilos de plástico por año. En el caso de las bolsas, sólo un mínimo porcentaje se recicla. La mayoría termina por obstruir o tapar cloacas y desagües en mares o en ríos, donde pueden afectar la salud de animales, o en basurales a cielo abierto.
En nuestro país, la distribución de bolsas de polietileno comenzó a mediados de la década del 80 y se acentuó a fines del 90. Hoy se utilizan más de 2000 millones de bolsas de plástico de alta densidad por año. Se estima que, en la Argentina, se producen unas 11.000.000 de toneladas de basura durante el año; la influencia de las bolsas en los rellenos representa el 0,6 por ciento.
Lo importante es profundizar el camino que se ha iniciado. Y para eso resulta fundamental acentuar las campañas que apunten a reforzar en la sociedad la conciencia ecológica y de cuidado del medio ambiente. Volver a la bolsa de los mandados es un hábito saludable y una contribución al bien común. Desde esa perspectiva debe alentarse el cambio.
Fuente: Diario el Día
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