25 jul 2011

LA MUERTE DE UN HOMBRE SENCILLO

Se llamaba Daniel Ortiz, desde hace mucho tiempo vivía en Entre Ríos, aunque había venido de Misiones.


Es por todos sabido que los oriundos de esa provincia tienen mamado desde chicos las cuestiones de los árboles.


Aunque ya casi nada queda, hace algunos pocos años, Misiones tenía una de las reservas más extraordinarias de especies forestales naturales, ejemplares increíbles de lapachos, cedros, anchicos, palo rosa, pino Paraná y tantas otras especies, que fueron arrasados por el apetito insaciable de la sociedad de consumo.


Hoy  apenas quedan algunos para muestra, aunque otros, como el palo rosa, ni para eso;  y quien sabe por cuanto tiempo más.  Como dice nuestro querido y respetado amigo el Fiscal Enrique Viana Ferreira (ROU) los guardan para recluirlos en los futuros Museos del Ambiente.


Daniel se crió entre los árboles y adquirió destrezas en su manejo desconocidas en nuestra provincia recién llegada a las forestaciones industriales.


Entonces, atrapado como todos por la esperanza de construirse un futuro mejor se vino para aquí (Gualeguaychu) a mostrar lo que sabía.


Lo que no sabía era que quedaría atrapado por el esquema perverso de las plantaciones industriales que vienen instalando los capitales foráneos, para aprovechar las condiciones naturales irrepetibles que se encuentran aquí para que crezcan no solo los árboles sino prácticamente cualquier ejemplar de la flora planetaria.


Y decimos atrapado porque, para plantar los eucaliptos y los pinos,  IBERPAPAPEL, porque de esta empresa se trata, tenía que envenenar los suelos, para matar todas las plantas y pequeños animales e insectos que existen por aquí,  porque esos árboles exóticos han sido desarrollados para otras latitudes.


Como aquí se les hace el campo orégano, porque nadie hace cumplir las leyes y disposiciones ambientales, pueden usar venenos y tóxicos a discreción, incluso muchos terminantemente prohibidos en otras latitudes.


Y sabido es que Daniel era un hombre bueno y trabajador, ¿como iba a desconfiar que sus patrones cuando le hacían aplicar esos productos, sin ninguna protección lo estaban condenando a muerte?


El les  creía cuando le decían que no hacían nada.


Entonces Daniel se envenenó, y tuvo un terrible calvario de sufrimiento y dolor.


Postrado en una cama su piel ardía como si estuviera en el mismísimo infierno.


Hasta que la naturaleza se apiadó de él y se lo llevó.


A su velorio no vino el Ministro de Salud de la Provincia, Giano, que unos pocos días antes se había comprometido vana y públicamente a elegir por la vida, si  se demostraba que estos productos afectaban irreversiblemente a las personas.


Ni tampoco el Secretario de Ambiente, Fernando Raffo, que anda ocupado viendo como hace para ver como sigue durando para seguir cobrando el sueldo y los viáticos.


Mucho menos pudo venir el Arq. Federik, que esta trabajando duro  elaborando un Plan de Gestión Ambiental Transversal (sic),  para  que Iberpapel y todas las empresas contaminantes que andan dando vueltas por ahí, se hagan cargo “transversalmente” de controlarse a si mismas.


Solo vinieron sus parientes, algunos pocos amigos y personas que están comprometidas con las luchas ambientales.


Pero nosotros no nos olvidaremos de Daniel Ortiz, asesinado por este modelo atroz que se está implementando en la provincia impunemente y que provocó su muerte: la muerte de un hombre sencillo.

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ESTA ES LA NOTICIA PERIODÍSTICA, TAL LA REFLEJÓ EL DIARIO EL ARGENTINO DE GUALEGUAYCHÚ

Un hombre falleció por intoxicación con agrotóxicos

 

 Luego de un prolongado padecimiento, el viernes por la noche, murió Daniel Ortiz, un ex fumigador de San José (departamento Colón) con serias dolencias de salud quien sufrió intoxicación con agrotóxicos.

Ortiz murió por intoxicación con agrotóxicos “aplicados en forestaciones ubicadas en predios propiedad de la empresa Iberpapel Argentina SA”. Asimismo, señalaron que el hombre falleció “sin que Salud Pública de San José, Colón y Concepción del Uruguay pudiera dar respuesta al cuadro clínico presentado. Falleció en su humilde vivienda ubicada en el barrio El Brillante”.  “Misionero de origen, es una víctima anónima más de la explotación irresponsable por el uso desmedido de químicos utilizados en las producciones agropecuarias, en este caso en particular, en la forestación”, según informó Aim. Actualmente, “la Legislatura provincial se encuentra tratando la modificación a la ley de aplicación de agroquímicos, donde se discuten tecnicismos desconociendo la realidad socioambiental que padecemos los habitantes de esta tierra”, se sostuvo. La Unidad Fiscal para la Investigación de los Delitos contra el Medio Ambiente, (UFIMA) tomará intervención en el caso. “Este caso es la punta de un iceberg, hay muchos en su situación que están siendo reenviados a Misiones”, aseguró la integrante de la Asociación Civil Vida, Liliana Quinodoz. También remarcó que el hombre seguía postrado (hasta su muerte) “porque el agroquímico atravesó la barrera de la piel”.

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