Sabemos que los osos polares están pasándola mal por el deshielo del Ártico, y la situación no mejora. Por ahora, mientras siga habiendo hielo, su único afán es buscarlo, pero el viaje es peligroso. Según desvela un nuevo estudio, los cachorros y ejemplares más jóvenes han visto aumentada la tasa de mortalidad por verse obligados a nadar largas distancias con sus madres, huyendo de las zonas sin hielo.
Anteriores estudios advierten del aumento de las temperaturas en el Ártico, de cómo el calentamiento global acabará con el hielo en tres o cuatro décadas. Actualmente, ya se están dejando sentir las consecuencias del deshielo: cambios en el paisaje, llegada de nuevas especies y deplazamientos de otras hacia el norte. Precisamente, el oso se encuentra entre estas últimas, y su fuga está diezmando la población de forma alarmante.
Para el oso no hay alternativa: sin hielo no hay caza, y sin comida sólo queda esperar la muerte. Por eso huyen de los lugares donde los periodos sin hielo son cada vez más largos, pero a menudo los más débiles no llegan al destino. Obligados a nadar cientos de kilómetros, estas criaturas “no acuáticas” corren un gran riesgo, sobre todo los osos polares jóvenes, de acuerdo con esta investigación.
En palabras de Geoff York, científico de la World Wildlife Fund y coautor del estudio:
El cambio climático está quitando la capa de hielo debajo de los pies de los osos polares, lo que obliga a algunos a nadar distancias más largas para encontrar alimentos y hábitat.
Los osos polares cazan, se alimentan y dan a luz en el hielo o en la tierra, su naturaleza no es acuática y, aunque hay estudios que registran sus largas travesías, nosotros mostramos que estos desplazamientos son realmente arriesgados para los osos polares jóvenes.
Se parecen mucho a nosotros. Ellos no pueden cerrar sus fosas nasales en aguas turbulentas, así que tanto los osos viejos como los osos jóvenes van a tener difícil sobrevivir si se enfrentan a tormentas en aguas abiertas. (Traducción libre)
El estudio de la World Wildlife Fund es pionero en medir estos recorridos titánicos de la especie, un seguimiento que se ha realizado vía satélite, rastreando 68 hembras de osos polares a las que se les colocó un collar GPS entre 2004 y 2009.
Durante esos seis años, medio centenar de veces nadaron largas distancias, de hasta 685,6 kilómetros, en 12,7 días de media. En ocasiones, hicieron más de 48, 8 kilómetros de un tirón. Y cinco de las once osas polares que tenían cachorros los perdieron en viajes largos, lo que representa una tasa de mortalidad de 45 por ciento, frente a una mortalidad del 18 por ciento entre cachorros que recorrieron distancias menores. Los resultados de la investigación se presentarán hoy en la Conferencia Internacional de la Asociación de Oso que acogerá Ottawa, Canadá.
Vía | www.reuters.com
Fotografía | lorensztajer
Fotografía | lorensztajer
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