El maíz es uno de los cultivos más grandes del mundo. En México, de donde es originario, se encuentran 59 de sus variedades. Es por ello que es vital cuidar el maíz criollo de cualquier tipo de contaminación por flujo genético.
Miles de científicos e incluso la ONU se encuentran preocupados por el uso del maíz transgénico en la tierra del tequila. Sobre todo ahora que la trasnacional Monsanto pretende financiar el proyecto Maíces Mexicanos, lo cual podría provocar un daño irreversible a los campos de maíz de esa nación.
El peligro radica en que no hay manera de detener el flujo genético de los maíces transgénicos, por lo que la contaminación se extendería a todo el país. Daño injustificado si se toma en cuenta que la semilla transgénica ni siquiera es más productiva que el grano original.
Entidades internacionales como Greenpeace, Semillas de Vida (México) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, han mostrado su preocupación por la contaminación génica si se introducen cultivos transgénicos en los centros de origen, por ejemplo, la papa transgénica en Bolivia o el maíz transgénico en México. Lo cual pone en riesgo la condición privilegiada de las tierras de Emiliano Zapata como reservatorio genético, y como una carta favorable para enfrentar el cambio climático y posibles hambrunas futuras.
Casi mil científicos de todo el mundo han expresado su gran preocupación por el proyecto “Maíces Mexicanos” impulsado por el propio gobierno charro. Expertos incluso plantean el regreso a la moratoria sobre las pruebas de campo y en el cultivo comercial de maíz transgénico, con la finalidad de proteger la biodiversidad de las gramíneas.
Está demostrado, incluso por la Secretaría Mexicana de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación que la coexistencia de maíces transgénicos y no transgénicos no es posible.
Además, es sabido que Monsanto es una transnacional poderosa que ha dejado en la quiebra a millares de granjas en EEUU, y que pretende tener el control mundial de las semillas en todo el mundo, es decir que todo agricultor tiene que comprar sus semillas o pagar por sus derechos obligatoriamente, aunque haya utilizado semillas propias que fueron contaminadas posteriormente.
Para los agricultores cuates no solo ellos serán afectados, también todos los consumidores, pues se pone en peligro el principal alimento de la dieta de los mexicanos. “También coloca en peligro la producción y variabilidad que permite la riqueza de platillos mexicanos, para cada uno de los cuales se requiere una variedad específica”, dijo Adelita San Vicente Tello, de Semillas de Vida.
(Veo Verde)
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