La sequía y los altos precios de los alimentos han agravado la crisis en los últimos años.
El desembarco en Asia y África de países emergentes ha despojado de tierras a muchos campesinos.
Foto: REUTERS / KAMAL KISHORE |
brahim no sabe nada sobre fondos de inversión de alto riesgo ni de la especulación que en estas semanas se ensaña sobre la deuda soberana de Grecia, Italia y España. Tampoco sabe de universidades, como la de Harvard y Vanderbilt entre otras, o de países como China, Corea y Brasil. Pero unos y otros han comprado en los tres últimos años la friolera de 60 millones de hectáreas de terrenos fértiles en África y en Asia. Un territorio casi equivalente a España y Portugal adquirido para producir alimentos destinados a la exportación y a biocombustibles, lo que en muchos casos ha comportado echar a los campesinos de sus tierras o reciclarlas para producir alimentos que no eran para ellos.
El pastor keniano ignora que esa magia de los teléfonos móviles depende de un mineral del que la República del Congo posee el 80% de las reservas mundiales, por las que centenares de miles de personas han tenido que abandonar -a causa de la guerra para el control de las minas- sus cabras y huertos y pasar a depender de la harina que traen los camiones del ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados.
La sequía excepcional por la que Ibrahim se acuesta con el estómago vacío no es la única ni la primera de las causas por las que casi 1.000 millones de personas en el mundo sufren hambre de forma permanente. Esta cifra equivale a las poblaciones de EEUU, Canadá y Europa juntas. «Es un escándalo inadmisible», afirman todos, desde el Papa hasta el secretario general de la ONU.
ASIA Y EL PACÍFICO / África no es tampoco el continente con mayor número de hambrientos (239 millones de personas). Le adelantan Asia y la región del Pacífico con 578 millones de famélicos, según la FAO, la agencia para la agricultura y alimentación de la ONU. En América Latina y el Caribe alcanzan los 53 millones, 37 en Oriente Medio y el Magreb, 19 en los países llamados ricos. Las peores hambrunas del siglo XX se produjeron en China, la Unión Soviética (hasta 1989), Corea del Norte y la India.
La FAO denuncia que «el mundo produce actualmente alimentos suficientes para todos sus habitantes, aunque muchas personas no tienen acceso a ellos». El 65% de los 926 millones de hambrientos se concentran en la India, el Congo, Bangladés, Indonesia, Pakistán y Etiopía.
En 1996 el «gran escándalo» era tan insoportable incluso para los países ricos que se reunieron en Roma con los representantes de los países pobres en la Cumbre Anual sobre la Alimentación (CMA) y pactaron un solemne compromiso: antes del 2015 los hambrientos tenían que reducirse a la mitad, pasando de los 850 millones de entonces a 425 millones. En el 2000, ante la falta de avances, volvieron a reunirse y reafirmaron el compromiso. Este mes, la FAO ha reconocido que «926 millones de personas se acuestan con hambre cada noche». Algo mejor que en el 2009, cuando los hambrientos eran 1.023 millones.
«Para millones de personas en los países en desarrollo, contar a diario con una cantidad mínima de alimentos para llevar una vida sana y activa es un sueño lejano. Las causas estructurales como el hambre, la falta de acceso a la tierra, crédito o empleo, combinados con los altos precios de los alimentos, continúan siendo una triste realidad», asegura la FAO.
Los informes oficiales señalan que en Asia, solo Tailandia y Vietnam han realizado progresos y en África solamente Ghana, seguido por el Congo, Nigeria, Mozambique y Malaui. En el caso de Ghana, la FAO reconoce una obviedad: «La clave del éxito ha sido el crecimiento de su producción agrícola».
REDUCCIÓN DE CONFLICTOS / Por otra parte, la ligera mejoría experimentada en África, donde los desnutridos han pasado del 34% de la población al 30% (una de cada tres personas) no se debe a una mayor independencia alimentaria, sino a la reducción de los conflictos bélicos, que ha permitido a muchos ciudadanos regresar a sus casas y sus campos.
Los países de Latinoamérica y el Caribe estaban en el buen camino hasta que en el 2008 estalló la crisis. Las guerras primero y la recesión después han hecho aumentar el número de desnutridos de 15 a 37 millones en Oriente Medio, Magreb, Afganistán e Irak.
Los estrategas de la FAO admiten que desde el 2008 los precios de los cereales han caído más del 50%, lo que debería haber favorecido la alimentación mundial, pero siguen siendo más altos que antes de la crisis (2006) y las semillas y fertilizantes cuestan ahora el doble.
Según la organización, los precios serán aún más volátiles en los próximos 20 años. La razón es que China y la India empiezan a comer como los países ricos y que está aumentando la producción de biocombustibles, lo que revierte en la escasez cada vez mayor de tierras y de agua, ya que tiende al acaparamiento de tierras fértiles.
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