Laika era una perra callejera de Moscú, de seis kilos y unos 3 años de edad, que fue capturada por el programa espacial soviético para uno de sus más ambiciosos planes dentro de la denominada “carrera espacial”: Poner a orbitar la tierra al primer animal vivo, mediante la nave Sputnik 2 .
Para que el animal no muriera de hambre se cargó alimento que le permitiera alimentarse durante siete días, así como también se diseño un traje espacial a la medida. Gracias a una bolsa adosada al traje se almacenaban sus desechos y sus movimientos se limitaron por medio de un arnés, lo que se traducía en que sólo podía sentarse, ponerse de pie o acostarse.
Sin embargo, esta “hazaña” que les diera el triunfo en esta lucha de potencias en coordenadas extraterrestres, la perra Laika alcanzó a sobrevivir sólo entre cinco a siete horas luego del lanzamiento, producto del estrés sufrido y el calor reinante al interior de la sonda, la que no estaba diseñada originalmente para llevar a un ser vivo en su interior.
Al alcanzar la máxima aceleración después del despegue el ritmo respiratorio del animal aumentó de tres a cuatro veces lo normal, pasando de 103 a 240 latidos por minuto.
Si bien, con el sacrificio de Laika quedó demostrado que un organismo vivo tenía la capacidad de sobrevivir en condiciones de microgravedad, iniciándose de esta manera todo un campo de investigación para que los seres humanos participaran en futuras misiones espaciales, uno de los investigadores a cargo de la operación y entrenador de Laika, Oleg Gazenko, declaro que “Cuanto más tiempo pasa, más lamento lo sucedido. No debimos haberlo hecho…ni siquiera aprendimos lo suficiente de esta misión como para justificar la pérdida del animal”.
Lo más complejo de la situación, es que en esta carrera por la supremacía espacial, hubo varios héroes.
Albert II, un mono de Rhesus, fue el primer simio enviado al espacio, tripulando un cohete V-2 lanzado desde los Estados Unidos el 14 de junio de 1949. Albert II murió en una colisión, después de que el sistema de paracaídas fallase.
El 13 de diciembre de 1958, un misil balístico intercontinental tipo Júpiter fue lanzado desde Cabo Cañaveral, en Florida, con una ardilla sudamericana llamada “Gordo” que había recibido entrenamiento especial en la Armada estadounidense. En el curso de la misión, el sistema de paracaídas que debía facilitar el aterrizaje de la cápsula falló, y “Gordo” falleció en la colisión.
Una seguidilla de monos, unos con más suerte que otros, fueron enviados al espacio, además de perros, gatos, ratas, ranas y hasta tortugas, algunos con bastante éxito.
Por suerte, esta moda terminó, y ahora sólo se envían insectos para realizar experimentos en el espacio.
Veo Verde
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