5 ene 2012

Ser más sanos cura al planeta


Matar dos pájaros de un tiro. Eso es lo que lograríamos al reducir la emisión de gases de efecto invernadero, según muestran varios trabajos publicados en ‘The Lancet’. Las estrategias propuestas para disminuir la contaminación –bici en lugar de coche, menor consumo de productos procedentes del ganado- tendrían efectos directos e indirectos sobre la salud y el clima. Bueno para el hombre, bueno para el planeta. Y viceversa.

“Se han identificado con un elevado nivel de certeza numerosas consecuencias para la salud del cambio climático”, señala Margaret Chan, directora de la Organización Mundial de la Salud, en uno de los artículos que conforma este número especial de la prestigiosa revista médica. “El cambio climático es el precio que estamos pagando por culpa de las políticas a corto plazo”, subraya Chan, en busca del beneficio económico por encima de la salud ecológica del planeta.

Las consecuencias del pillaje al que hemos sometido durante décadas a la tierra están ahí, para quienes quieran verlas. Inundaciones, sequía, calentamiento global, reducción de los casquetes polares… Argumentos esgrimidos durante años por aquellos que creían en el cambio climático y que en muchas ocasiones han caído en saco roto. Ahora, los expertos llaman la atención sobre las consecuencias que el deterioro progresivo del planeta puede tener sobre la salud de las personas. 

“Los legisladores deben saber que si dirigen sus esfuerzos en ciertas direcciones, podrán obtener importantes beneficios para la salud pública así como para el clima”, ha explicado Kirk R. Smith, profesor de salud medioambiental global de la Universidad de California en Berkeley (Estados Unidos), principal impulsor de los trabajos publicados en ‘The Lancet’.

Los estudios han examinado las consecuencias para la salud que tendrían determinadas estrategias para reducir la emisión de dióxido de carbono (CO2). El análisis se realizó tanto en los países ricos como en los pobres, que son los que con toda probabilidad van a sufrir un mayor impacto del cambio climático si no se ponen en marcha soluciones. “Por eso, [al cambio climático] se le llama el impuesto más regresivo de la historia de la humanidad”, subraya Smith.
 
Transporte, agricultura y ganadería

Si los londinenses sustituyeran el transporte motorizado por los paseos o la bicicleta, las enfermedades isquémicas del corazón se reducirían un 10%-19% en 2030, las cerebrovasculares un 10%-18%, las demencias un 7%-8% y el cáncer de mama un 12%-13%. “Las medidas tecnológicas para reducir la contaminación de los vehículos [como los coches ecológicos] reducirían las emisiones pero el efecto sobre la salud sería inferior”, destacan los autores de uno de los estudios.

El transporte es una de las principales fuentes de contaminación de la atmósfera, pero no la única. El sector de la agricultura y la ganadería aporta un 10%-12% de los gases de efecto invernadero, a lo que hay que sumar un 6%-17% derivado de la deforestación y los cambios en la tierra que esta actividad implica muchas veces.

Lejos de disminuir, la perspectiva es que en 2030 la producción de carne, por ejemplo, se incremente un 85% respecto a la de 2000, con las pertinentes consecuencias sobre el medioambiente. Revertir esta tendencia sería una buena estrategia para luchar el cambio climático a la vez que mejora la salud de la población.

Una disminución del 30% en la ingesta de grasas saturadas procedentes de los animales supondría un descenso del 17% de las muertes por patologías isquémicas del corazón en el Reino Unido o en Sao Paulo (Brasil). Aunque no han sido calculados, los más que probables efectos sobre la obesidad, el cáncer y otras enfermedades harían aún más valiosa esta estrategia.

“Estos trabajos demuestran que habría mejoras claras y sustanciales para la salud si elegimos los caminos adecuados para reducir la emisión de gases de efecto invernadero”, ha declarado Linda Birnbaum, directora del Instituto Nacional de Ciencias de la Salud Medioambiental del Reino Unido, que ha intervenido también en las investigaciones. “Ahora tenemos ejemplos reales de cómo podemos salvar el medioambiente, reducir la contaminación del aire y mitigar sus efectos sobre la salud. Es una situación de ganar-ganar para todos”, añade.

Para los expertos reunidos por ‘The Lancet’, la Cumbre de Copenhague “representa una importante oportunidad para escoger aquellas políticas que no sólo logren la necesaria reducción de los gases contaminantes sino que permitan además alcanzar metas en materia de salud”, en palabras de Andrew Haines, director de The London School of Hygiene and Tropical Medicine y presidente del grupo internacional responsable de estos artículos.







(Por: Cristina de Martos - Diario Ecología)

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