24 jun 2011

¿Es la basura invisible?

Me imagino en el futuro a los seres humanos hundidos en un mar de basura. Esto es posible si continuamos con nuestros sentidos adormecidos sin enfrentar el problema.
Es increíble cómo los seres humanos tenemos la capacidad de ver sin observar. Sí porque tenemos ojos pero pareciera que no los usamos; también tenemos la capacidad de oír sin escuchar y de respirar sin registrar los olores. Me pregunto entonces ¿para qué nos sirven nuestros sentidos si no percibimos a través de ellos? ¿Será que ya los desconectamos? Se podría decir que en cierta forma, así es. Lo que pasa es que nos llegamos a acostumbrar tanto a una realidad que acabamos haciéndola parte de nuestro entorno, de nuestra vida y luego… ya no lo vemos. Como si estuviera ahí, peroinvisible. Esta falta de registro de nuestras sensaciones puede aplicarse a muchas situaciones de nuestra vida, pero en esta ocasión me interesa aplicarlo específicamente a la relación de nuestros sentidos y los residuos sólidos mejor conocidos como la basura.
Trataré de explicar lo anterior a través de la parábola de la rana hervida. Peter Senge (1998) dijo que si ponemos una rana en una olla de agua hirviente, inmediatamente intentará salir. Pero si la ponemos en agua a temperatura ambiente, y no la asustamos, se queda tranquila. Cuando la temperatura se eleva poco a poco, la rana no hace nada, pero a medida que la temperatura aumenta, la rana está cada vez más aturdida, y finalmente no estará en condiciones de salir de la olla. Aunque nada se lo impide, se queda ahí y muere irremediablemente. ¿Por qué? Porque su organismo está preparado para cambios repentinos en el medio ambiente, no para cambios lentos y graduales.
Ahora, en lugar de pensar en el agua y la rana, pensemos en nosotros y en nuestra relación con la basura. Imaginemos una calle limpia, sin basura, de repente alguien tira un papel. La calle se sigue viendo limpia, la verdad es que el papel no se nota mucho. Conforme pasa el tiempo, diversas basuras han sido depositadas en la calle pero nadie las ha levantado. Pasas por la calle pero no notas la suciedad porque durante los días anteriores ya te acostumbraste a verla así. Pasan los días y la acumulación de basura es tal que cuando pasas caminando tienes que esquivar la basura, pero no la levantas, tampoco te molesta. Volviendo a la parábola, nos terminaría pasando lo mismo que a la rana hervida. La basura se ha convertido en parte de nuestro ambiente. ¿Por qué habría de molestarme algo que se ha convertido en parte de mi ambiente? ¿Por qué habría de limpiarla?
¡Ah! pero decime ¿te gusta ver la basura dentro de tu casa? ¡Claro que no! La historia cambia cuando se trata de nuestras casas. Ahí sí limpiamos, barremos y sacamos todos los días la basura. La barres porque se ve mal y la depositas en el bote de afuera porque también huele mal. Una vez afuera, te urge que pase el camión de la basura para que se la lleve lo más pronto posible lejos de tu vista, de tu olfato, de tu ambiente.
¿Por qué nos importa tener limpia nuestra casa pero no nos interesa la limpieza de otros lugares? Si hacemos un recuento de nuestras actividades diarias nos daremos cuenta de que no estamos única y exclusivamente en nuestra casa. Nuestras actividades demandan que caminemos por las calles, que conduzcamos nuestro auto a nuestros lugares de  trabajo, que vayamos a una estación de camiones, a un aeropuerto, al supermercado, a la escuela, etcétera. Esto quiere decir que vivimos también en otros lugares, que por el hecho de transitar por ellos, de respirar en ellos, de comer en ellos, esos lugares son parte de nuestro ambiente y, por lo tanto, de nuestra vida.
En algo estarás también de acuerdo, nuestras ciudades están cada vez más sucias. Están sucias no solamente porque el gobierno municipal no recoja la basura con la frecuencia que nos gustaría, o porque el perro del vecino tiró la basura del bote. Están sucias también porque no hemos aprendido a reconocer que las calles, oficinas, parques y otros lugares públicos, forman parte del ambiente en el que vivimos y en el que nos desarrollamos como sociedad.
La basura que tiramos en lugares no adecuados no solamente produce malos olores y tiene una mala imagen, también trae consigo otros efectos, algunos de ellos nocivos para la salud. Por ejemplo, la basura en descomposición favorece la presencia de animales como las ratas, cucarachas y ratones, que son portadores de microbios y a la vez de enfermedades. Pero a pesar de esto no hemos aprendido a reconocer que para que crezcamos saludables necesitamos un entorno limpio, agradable y sano.
¿Qué podemos hacer? Dejemos de culpar siempre a alguien y empecemos a actuar:
-Empecemos usando de nuevo nuestros sentidos para darnos cuenta de que nuestras calles y parques están sucios.
- Reconozcamos que todos los que producimos basura somos responsables de su manejo y
disposición adecuados.
- Dejemos de tirar la basura a la calle.
-Recojamos la basura e invitemos a otros a hacer lo mismo.
-Barramos nuestras baquetas.
-Llamémosle la atención a quien veamos ensuciar nuestra ciudad, después de todo es de todos.
- Enseñemos a nuestros hijos y amigos la importancia de mantener limpio nuestro entorno.
Una vez dando estos pasos estaremos reconociendo nuestra responsabilidad para mantener limpia nuestra ciudad. Logremos que la basura sea invisible pero no porque no queramos verla, sino porque ya no estará presente. Como dijo en alguna ocasión el presidente Kennedy “quien no hace nada por la ciudad en la que vive, no merece vivir en ella”.



Jorge. F Berdugo

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